Platón, después de todo, creía que el tiempo era una ilusión. Es muy común oír hablar que el tiempo fluye, pero ¿fluye a través de qué? ¿A qué velocidad fluye? Tenemos claro que la tierra se mueve a través del espacio, y su movimiento ha sido detalladamente descrito respecto a otros puntos de referencia tales como el sol. Sin embargo, el paso del tiempo no puede describirse más que con respecto a sí mismo. Si nos abstraemos de términos físicos, podemos llegar a la conclusión de que nuestra forma de considerar el tiempo está ligada al modo en que pensamos. Después de todo, nosotros no vemos realmente el paso del tiempo, si no que, simplemente, sufrimos una serie de experiencias distintas de las que tenemos almacenadas en nuestros recuerdos y es esta diferencia o que nuestra mente consciente percibe como tiempo.Ahora, si intentamos volvernos un poco más racionales, podemos pensar que el pasado ya no existe, y no es más real que nuestra imaginación. Del mismo modo podemos establecer que el futuro no existe, pues aún no ha sucedido. Entonces, todo lo que es real es, simplemente un punto infinitesimal que se sitúa entre el pasado y el futuro, que conocemos como presente. Como el tiempo nunca se detiene, podemos determinar que la cantidad que define a esta rodaja infinitamente fina es cero. Así, el tiempo es real, pero nada más lo es. Transladándonos ahora a un entorno más científico, la ciencia históricamente siempre ha perseguido el medir el tiempo, otorgándolo un símbolo y situándolo en sus ecuaciones mediante la letra "t", mientras que han intentado simultáneamente ignorar los horrores filosóficos que crea su mera existencia.
Pero con Michelson, Morley, Lorenzt o Einstein todo esto cambió. Albert Michelson y Edward Morley descubrieron que la velocidad de la luz medida por un observador es la misma con independencia de la velocidad a la que se mueva dicho observador con respecto a la fuente de luz. Más tarde, el físico irlandés George FitzGerald y el físico holandés Hendrik Lorenzt sugirieron que este fenómeno se podía explicar si suponemos que, en realidad, el tiempo transcurre más lentamente para los objetos que se encuentran en movimiento, introduciendo por primera vez la posibildad de que el tiempo fuera algo muy distinto al concepto históricamente conocido. La relatividad de Einstein trajo el nuevo concepto del espacio-tiempo, demostrando que ambas magnitudes no son más que dos caras de una misma moneda. Según esta nueva teoría de Einstein cada punto del espacio pasa a poseer un tiempo personal, desapareciendo el concepto de tiempo absoluto. Con estas ideas, Einstein llegó a la lógica conclusión de que el tiempo no fluye, y por tanto el pasado, presente y futuro no existen como tal, volviendo a un concepto tan antiguo como el tiempo imaginario en el que creía Platón.
Siguiendo la revolución de la relatividad de Einstein, podemos representar gráficamente un objeto en movimiento en el espacio-tiempo del mismo modo que lo hacemos en las tres dimensiones espaciales. La física considera que el tiempo más bien como una etiqueta, un modo de pensar sobre los sucesos y, en concreto, una relación entre los sucesos que puede ser descrita matemáticamente. Un punto por ejemplo, sucede tanto en el espacio como en el tiempo. Si tomamos dos puntos, X e Y, aunque se puede establecer entre ambos una serie de relaciones tanto espaciales como temporales, la relación espacial es muy diferente de la temporal. Si X sucede antes que Y, entonces X puede afectar a Y, pero Y no puede afectar a X. En otras palabras, podemos hablar del futuro causal, pero no de un pasado causal, o al menos, esto no concordaría con aquello que hasta ahora conocemos. De hecho, el espacio-tiempo de Einstein delinea la geometría tanto del espacio como del orden de ocurrencia de los sucesos. A partir de una ocurrencia cualquiera, sus efectos posteriores en el tiempo vienen representados como un cono que se extiende hacia la dimensión temporal. En el interior del cono, todos los sucesos son causales y lógicos, mientras que, en el exterior, la causalidad se pierde y reina la anarquía. La idea de que el tiempo es un modo de decir que una cosa sigue a otra como resultado de esta otra, parece que es la clave de la verdadera naturaleza del tiempo.
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